Juanpi propuso hace ya muchos años aquello de ganar todo sin perder nada. Sonaba pretencioso y un punto romántico y, como no podía ser de otra manera, lo incorporamos a nuestro inventario de frases socorridas para el consuelo. En estas semanas en las que llevamos todos cierta cara de tonto, fruto de una alegría tan desbordante como inesperada, es inevitable volver a ella.
En vísperas de la final de liga es gratificante constatar lo poco que perdimos en el camino y lo mucho que nos parecemos a lo que siempre quisimos ser. Nuestro primer equipo es hoy el reflejo del legado colegial, del apoyo de la Complutense y de nuestro empeño por vivir el rugby como escuela de vida.
Esta temporada hemos alineado 44 jugadores en la liga de División de Honor. Un buen número, propio de un club cuyo principal patrimonio es su extenso plantel de jugadores
Un extenso plantel que, para envidia de muchos, no resta en las cuentas del club, sino suma, pues como cualquier otro jugador del club, todos contribuyeron en septiembre a sostener este proyecto colectivo haciéndose cargo de su ficha y de las correspondientes cuotas.
Es curioso que ese plantel de 44 jugadores se puede descomponer en tres XV que representan la naturaleza y la esencia del club. Un tercio del grupo, quince jugadores, llegaron siendo niños y se formaron en nuestra academia. Otro tercio -también quince jugadores- llegaron al club, y a Madrid, en su primer año de universidad, con 18 años, y no han jugado después en ningún otro club. La mayoría de ellos, once, han vivido en el CMU Xímenez de Cisneros. Los catorce jugadores restantes se han sumado al club en estos últimos años atraídos por la posibilidad de entrenar y competir al más alto nivel en el entorno acogedor y lúdico que siempre ha caracterizado al Colegio.
Nuestros dos principales soportes, el Colegio en el que nació el club hace más de 80 años, y la escuela de rugby que construimos a principios de siglo, sostienen este joven equipo que es eminentemente universitario. 27 de los 44 jugadores son estudiantes que han compaginado durante la temporada sus obligaciones académicas con entrenamientos, gimnasio, viajes y partidos.
El grupo se caracteriza también por su estabilidad. De esos 44 jugadores solo 9 han llegado este año al club. Más aún, entre los 30 jugadores con más minutos, solo hay 3 nuevos. La permanencia del jugador es una recompensa a nuestras virtudes que se torna en fortaleza. No en vano, el equipo llega a la final en su quinto intento y ha construido su resiliencia emocional en las amargas derrotas sufridas en las eliminatorias de los cuatro años anteriores.
En definitiva, tenemos un equipo que no solo nos representa. Más que eso, nos obliga a sentirnos profundamente identificados con su desempeño y su suerte. En estos tiempos en los que muchos a nuestro alrededor anhelan estadios de futbol, es reconfortante haber llegado hasta aquí sin dejar de ser lo que siempre fuimos.
Daniel Vinuesa, Director Deportivo de Rugby Complutense Cisneros
